¿Es la sociedad tolerante y comprensiva con aquellas personas que padecen trastornos psicológicos? ¿Otorgamos hoy un mayor valor a la salud mental que hace unos años? ¿Seguimos considerando un tabú el acudir a un psicólogo? Aunque la evolución es claramente positiva hacia una paulatina concienciación sobre la importancia de nuestra salud mental - algunos estudios apuntan a que al menos un 25% de la población ha sufrido o sufrirá un trastorno psicológico a lo largo de su vida- todavía son muchas las personas afectadas que conviven con la absoluta incomprensión de los miembros su nucleo familiar, social y laboral. Personas que no solo luchan día a día contra sus sintomas, sus miedos y sus desesperanzas, sino que cargan con la indiferencia y a veces el desprecio de aquellos que les rodean.
Por mi experiencia profesional puedo decir que no son pocos los casos en los que el "paciente" se encuentra incompredido por sus allegados más cercanos. Y que estos, por desconocimiento o por falta de empatía, pueden llegar a "minimizar" e incluso hasta "ridiculizar" las dificultades por las que pasan estas personas. No entienden, no comprenden, lo que supone una trastorno de este tipo. Quitar hierro a los problemas en según qué situaciones puede ser una buena estrategia; negarlos y mirar para otro lado cuando hablamos de salud mental es un craso error. Esto más que ayudar, puede empeorar las cosas. El uso desafortunado de expresiones como "tú lo que tienes es mucho cuento" ó "a ti lo que te hace falta es mano dura" se convierte en una losa pesada para quien se encuentra a merced de una sintomatología de tipo depresivo o ansioso. Porque negar un problema es negar su solución. Porque no hay nada que moleste más una persona que se sufre que el que "banalicen" su sufrimiento.
La consecuencia de esta negación por parte de quienes se supone son las personas que más se preocupan por tí añade angustia a una situación de por sí complicada, a la par que agudiza la sensación de desesperanza y dispara los niveles de estrés. Y entonces es cuando aparece el sindrome del "bicho raro". Estas personas terminan sintiendose como islas en medio de una sociedad donde todo, aparentemente, funciona mecanicamente, y donde rige la ley de la selva, la del más fuerte, un lugar donde se penaliza la "debilidad" y no hay lugar para el fracaso. ¿Dónde estoy yo entonces? ¿Podré sobrevivir en este mundo si soy incapaz de salir a la calle, si me da pánico subir a un ascensor, si me paso el día llorando? ¿Por qué me pasa a mí?. Aparecen entonces sesgos cognitivos, pensamientos distorsionados que ahondan en la sensación de ineficacia y que minan nuestra autoestima. Es la pescadilla que se muerde la cola.
No hay forma más eficaz y rápida para hundir a un depresivo o un obsesivo compulsivo (añadid cualquier trastorno psicológico), que la indiferencia y la incomprensión de quienes por cercanía, deberían ejercer un incondicional apoyo. Los psicólogos conocemos la importancia del apoyo social porque se ha demostrado que es uno de los principales factores que protege frente al estrés. Esto lo podemos ver, por ejemplo, en el hecho de que estadísticamente hay más prevalencia de trastornos emocionales en solteros y separados (personas que viven solas) frente a personas casadas o con relaciones estables (viven en pareja). Relacionarse afectivamente con los demás, sentirnos plenos en nuestras relaciones y tener una red social de contactos es el mejor medicamento para prevenir el estrés. La ausencia de este apoyo en la familia, en los amigos, en el entorno social o laboral, es una desventaja, cierto. Pero esto no es definitivo.
Me gusta trabajar partiendo de la base de que el paciente, aún siendo deseable la presencia de factores facilitadores como el apoyo familiar, no necesita más que una cosa: su voluntad para salir de las dificultades y la determinación para acudir a una ayuda profesional que le oriente en este cometido. Una terapia que pusiese el peso de la recuperación en factores externos, aquellos que no dependen de uno mismo, sería una terapia fracasada, pues no podemos controlar el cúmulo de situaciones que nos acontecen en la vida. El dolor por la incomprensión de la familia, el coraje de sentirse despreciado por unos amigos que no te entienden, puede ser un buen punto de partida si aprendemos a canalizar nuestros sentimientos para convertirlos en retos. Debemos procurar, ante todo, educarnos en una afectividad independiente para nunca depender de los demás para sentirnos bien. Nuestro bienestar depende de nosotros mismos, y solo de nosotros mismos. El ser humano siempre puede elegir como sentirse ante una determinada situación o circunstancia. Siempre. Ser conscientes de esto es un objetivo vital para todos nosotros.
La clave de nuestra recuperación está entonces en nosotros mismos. En sacar a relucir nuestras fortalezas, aunque estén tan escondidas que parezca que no están. En trabajar nuestras creencias, nuestras formas de vida, el modo en que pensamos, en que evaluamos las situaciones, la manera de encarar los problemas, nuestra filosofía de vida. Crecer de dentro hacia fuera. Ser felices por el hecho de ser quienes somos, aceptándonos incondicionalmente y aceptando incondicionalmente a los demás. Cambiando lo que se pueda cambiar, aceptando lo que no tiene remedio. Un cambio profundo y duraredero que nos permita vivir sin la neurosis y sin la espada de Damocles continuamente sobre nosotros.
Un ama de casa depresiva enganchada a la medicación, un joven que tiene pánico a los exámenes y fracasa en sus estudios, un empresario abrumado por el estrés incapaz de levantarse de la cama, un obsesivo compulsivo que teme contaminarse y que vive atormentado por sus pensamientos, un anciano con problemas de sueño.... Personas que sufren, que tienen problemas serios, que no tienen "cuento" ni se inventan "historias"; personas que merecen todo nuestro respeto y consideración. Porque la salud, sin salud mental, no es salud. Porque nadie es inferior por padecer un trastorno psicológico; porque no hay que avergonzarse. Porque todos merecemos vivir un poquito mejor y ser felices dentro de nuestras posibilidades, que son muchas aunque cueste reconocerlas.
Desde aquí quiero homenajear a todas aquellas personas que sufren un trastorno psicológico. No os rindáis nunca. Digan lo que os digan, aunque os humillen, aunque os degraden, aunque os infravaloren. Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes. No lo olvidéis.
Mucho ánimo.
Video: Campaña de la Junta de Andalucía para concienciar a la población sobre la importancia de la salud mental.
4 comentarios:
se nota que eres una persona sensible, bonitas palabras para mucha gente que sufre como yo. Buen blog.
GRACIAS, OJALA HAYA EN EL MUNDO MÁS PERSONAS COMO TU.
Gracias por estos comentarios, las
tomaré como referencia, creo que pueden animarme....
Es una gran página, dices cosas que a nadie le vienen mal.
Al contrario, te ayudan siempre,
y en momentos malos, mas todavia.
Enhorabuena.
Publicar un comentario