Un estudio científico demuestra que tener amigos felices aumenta las posibilidades de serlo uno mismo. Los investigadores analizaron datos de 5.000 personas durante 20 años
EFE AINHOA IRIBERRI - MADRID - 05/12/2008 08:00
La filosofía, la sociología y otras disciplinas llevan siglos intentando desvelar las claves de la felicidad, ese estado al que aspira la humanidad y del que, no obstante, no existe una definición consensuada.
Aunque aún no se ha conseguido la fórmula mágica que garantice la felicidad, sí se sabe que hay factores que influyen en la misma, desde el estatus económico, hasta la salud y la situación sentimental, pasando por las decisiones que se toman cada día.
"La felicidad se esparce más fácilmente que la tristeza" Un trabajo publicado hoy en British Medical Journal (BMJ) desvela un nuevo factor que tiene una influencia directa en la posibilidad de un ser humano para ser feliz: la felicidad de los que le rodean, y no sólo de estos, sino también de los que se relacionan con ellos.
El resultado de la investigación lleva a una conclusión rompedora –en palabras del psicólogo de la Fundación Británica del Corazón Andrew Steptoe y la epidemióloga de la Universidad de Michigan (EEUU) Ann Arbor, autores del editorial que acompaña a la publicación del trabajo–: la felicidad es contagiosa.
Los autores del trabajo son dos viejos conocidos en el campo del análisis de las redes sociales. El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de California en San Diego James Fowler y el de Sociología en la Universidad de Harvard (ambas en EEUU) Nicholas Christakis analizaron a 4.739 individuos durante 20 años –de 1983 a 2003–. Se trataba de parte de la segunda tanda de participantes en uno de los ensayos clínicos más multitudinarios, el Framingham Heart Study, que vigila la salud de más de 4.500 personas y sus descendientes desde 1948 y que ha logrado grandes conocimientos sobre las enfermedades cardiovasculares.
Percepción personal
Los autrores del estudio son expertos en redes sociales Entre las múltiples preguntas que tuvieron que responder, los participantes se sometieron a pruebas para medir no sólo su felicidad, sino su percepción sobre la felicidad de sus familiares y amigos. Pero ¿cómo cuestionar sobre algo para lo que no existe una definición consensuada? En conversación telefónica, Fowler reconoce a Público que la definición de felicidad es “algo personal; cada uno tiene la suya” pero defiende la metodología utilizada en su trabajo.
En éste, la felicidad se midió según la escala para la depresión del Centro para los Estudios Epidemiológicos (CES-D) que define como feliz a alguien que contesta afirmativamente a cuatro supuestos: si tiene esperanza en el futuro, si es feliz, si disfruta de la vida y si siente que es tan bueno como otras personas.
Los resultados de la investigación dejan claro que las personas felices tienden a entrar en contacto entre ellas. Una persona es más proclive a la felicidad si alguien directamente conectada a ella lo es. Pero si el feliz es un amigo de esta persona, sus posibilidades también aumentan y así hasta el tercer grado (es decir, un amigo de un amigo).
También la tristeza
El número de relaciones felices también influye en la propia felicidad. Cada alter-ego (como se denomina a las relaciones en el estudio) feliz aumenta la posibilidad de que el ego lo sea en un 9%. Eso sí, los amigos tristes también influyen y por cada uno infeliz las posibilidades de lograr la felicidad disminuyen un 7%. “La buena noticia es que la felicidad se esparce más fácilmente que la tristeza”, resalta Fowler.
En el estudio también se explica que la felicidad de los compañeros de trabajo no demostró tener efecto en la de los sujetos analizados “Creo que es porque en el trabajo se mezcla el compañerismo con la competitividad y lo que para uno puede ser motivo de alegría, para otro lo es de tristeza”, subraya Fowler.
Otro dato que se desprende del estudio es que la cercanía física es determinante a la hora de contagiar la felicidad. De hecho, los amigos que viven a más de tres kilómetros influyen menos en este sentimiento que los más cercanos. En este sentido, los vecinos de la casa de al lado influyen más en la felicidad que los que viven en el mismo edificio.
A la pregunta de si la gente que vive en grandes ciudades tiene menos posibilidades de ser feliz que los que viven en pueblos pequeños, el investigador responde: “Probablemente, sí”.
Es importante la posición que se ocupe dentro de la red social Otro dato que influye en la felicidad es lo posicionado que se esté en la red social. Explica Fowler que estar en el centro de ésta –es decir, no sólo tener muchos amigos, sino que estos sean amigos de amigos– es un predictor de la felicidad. De hecho, mejorar respecto a la centralidad de la posición que se ocupa en la red social es un indicador de un aumento en la felicidad del encuestado.
En una época en que Internet ha sustituido, o al menos complementado, muchas de las relaciones personales, Fowler considera que muchos de sus hallazgos se pueden aplicar, a pesar de la lejanía física, a los contactos virtuales, aunque este aspecto no ha sido incluido en el trabajo. El profesor adelanta a Público los resultados de un trabajo aún no publicado: “En un estudio con 100 personas, descubrimos que los usuarios de Facebook que mostraban una foto sonriente en su perfil estaban mejor conectados que los que tenían una foto seria”.
CLAVES
1. Posición en la red
Tener una posición central en la red significa que, además de contar con muchos amigos, varios provienen de otros amigos. Mejorar en dos puntos la centralidad en la red social incrementaba en un 14% las posibilidades de ser feliz.
2. Número de amigos
Cada amigo feliz incrementa las oportunidades de felicidad en un 9% y cada ‘alter - ego’ infeliz las disminuye en un 7%.
3. Cercanía
Si un amigo que vive a menos de 1,6 kilómetros llega a ser feliz, aumentan las posibilidades de adquirir este estado un 25%.
4. Sentimiento mutuo
La felicidad de un amigo influye mucho más si ambas partes de la relación se consideran amigos. En este caso, las posibilidades de ser feliz aumenta un 63% .
5. Familia y vecinos
Cuando un miembro de la pareja es feliz las posibilidades de que el otro esté contento se incrementan en un 8%. Los hermanos que viven cerca aumentan las oportunidades de felicidad en un 14% y los vecinos de la casa de al ladom en un 34%.
6. Sexo
Las amistades del mismo sexo influyen más en la felicidad que las del sexo opuesto .
La red social también afecta al tabaquismo y la obesidad
El dicho “dime con quién andas y te diré quién eres” se podría convertir en “dime con quién andas y te diré si dejas de fumar” o a “dime con quién andas y te diré si engordas”, según los resultados de los dos trabajos previos de los autores de la investigación publicada hoy en BMJ.
Antes de concluir que la felicidad era contagiosa, Christakis y Fowler estudiaron a más de 12.000 personas del multitudinario Framingham Heart Study (el mismo ensayo del que han sacado a los participantes del último trabajo) para analizar hasta qué punto las redes sociales influían en la decisión individual de dejar de fumar o en la tendencia a convertirse en obeso, dos fenómenos que han crecido significativamente en los últimos años en EEUU.
Los resultados de los trabajos se publicaron en una de las revistas médicas más prestigiosas, New England Journal of Medicine (NEJM), una garantía a la investigación de los dos cinetíficos, que se añade al prestigio de las universidades donde trabajan (California en San Diego y Harvard, ambas en EEUU). El primero de los estudios se publicó en NEJM en julio de 2007 y analizaba los cambios en la prevalencia de la obesidad en 12.067 personas. Según los resultados de la investigación, no sólo las relaciones sociales directas influían en el riesgo de una persona de llegar a ser obeso; también lo hacían los amigos de amigos.
Este fenómeno no podía atribuirse a una mayor afinidad sentimental entre obesos (es decir, a que estos tiendan a juntarse entre sí), sino a la importante influencia de amigos y parientes en este campo. Así, las posibilidades de ser obeso se incrementan en un 57% si se tiene un amigo que haya alcanzado ese estado en un determinado lapso de tiempo. Si se trata de la pareja, el riesgo aumenta en un 37%.
El segundo de los trabajos –publicado en mayo de este año– analizaba la influencia de las redes sociales en la decisión de dejar de fumar. Las conclusiones desvelaban que, aunque la prevalencia del tabaquismo se había reducido en más de la mitad en las últimas décadas, los fumadores tendían a permanecer agrupados, lo que desvelaba que era más común dejar de fumar en grupo.
Según los datos del estudio, el hecho de que la pareja de un fumador abandonara el hábito reducía las posibilidades de éste de fumar en un 67%. Las mismas disminuían un 25% si era un hermano el que abandonaba el tabaco, y un 36% en el caso de un amigo. Los compañeros de trabajo, sobre todo en empresas pequeñas, también influían.
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